jueves, 14 de septiembre de 2017

El morfema

Una definición de morfema señala que es la unidad mínima significativa de la primera articulación o división del signo lingüístico, unidad portadora de sentido, por lo cual se opone al fonema, que es la unidad mínima de la segunda articulación (Dubois. Óp. cit.: 433, en otros términos, es una unidad o componente de la palabra que tiene un significado.

Una palabra puede estar constituida generalmente por dos clases de morfemas: un elemento central o nuclear (morfema lexical) al que se le pueden agregar otros elementos que le aporten los accidentes gramaticales o ideas variadas según el tipo de palabra (morfema gramatical, el cual se subclasifica en morfemas flexivos y morfemas derivativos).

Según Pottier, citado por Luis Miranda (óp. cit: 131), los morfemas lexicales, raíces, o lexemas son caracterizados como morfemas pertenecientes a conjuntos ilimitados y abiertos, pues nadie sabe su cantidad y cuáles son en su totalidad, por ejemplo, los morfemas lexicales verbales: cant-; am-; soñ-; tem- ; beb- ;com- ;viv-; part-; mor-. A este repertorio de morfemas, se le puede añadir nuevos elementos con el tiempo cuando se trata de incorporar un nuevo léxico al ya existente de una lengua. Gómez Torrego (2002:16), agrega que este morfema es aquel que soporta el significado central de una palabra y, por consiguiente, es común a otras palabras de su misma familia. Por tal razón, mar es el morfema lexical de maremoto, marino, marinero, marejada, etc. y pan es el morfema lexical de panera, empanada, panadero, panadería, etc. En cambio, los morfemas flexivos o desinenciales son las terminaciones de una palabra que indican los significados gramaticales de género, número, persona, tiempo y modo: bell –a, gat –a (género femenino); pan –es, flor –es (número plural); cant –ó, mur –ió (3era. persona); viv –ió, am –ó (tiempo pretérito indefinido); cant –es, tem –as (modo subjuntivo). Por su parte, los otros morfemas gramaticales, es decir, los morfemas derivativos, son ciertos segmentos que, sin ser desinencias, preceden o siguen a una raíz y carecen de una autonomía fuera de la palabra. Son aquellos que aportan significados muy variados como procedencia, tamaño, desprecio, negación, cualidad, etc. A los que preceden a la raíz se les denomina prefijos, mientras que a los que lo siguen, sufijos.

Los prefijos carecen de autonomía y, al preceder a un morfema lexical (ML), pueden presentarse uno o más simultáneamente:
des HACER
des com PONER

Generalmente, no cambian la categoría de la palabra:
COLOR (sustantivo) bi – COLOR (sustantivo)
FINITO (adjetivo) in – FI NITO (adjetivo)
JUICIO (sustantivo) pre – JUICIO (sustantivo)
MORAL (adjetivo) a – MORAL (adjetivo)

Incluso, un mismo prefijo puede aportar varios significados por ser polisémico:
re- en re – LEER significa “volver a”; en cambio,
re- en re – LIMPIO significa “muy”;

Otros prefijos aportan un valor de intensificador:
archi en archi – MILLONARIO
extra en extra – OFICIAL
re en re – LINDA
súper en super – AMOBLADO

Los sufijos presentan una mayor variedad que los prefijos y pueden ser de varias clases. Entre estas, podemos citar a algunas:

* Los diminutivos suelen expresar valores expresivos de pequeñez, afecto y hasta apelación; por ejemplo, en perrito, abuelita y momentito, respectivamente. En el primero, el morfema derivativo (MD) –ito expresa la idea de que el perro referido es pequeño; en abuelita, en cambio, el -ita no expresa que la abuela es pequeña, sino hay una manifestación afectuosa. Asimismo, en momentito, el -ito no indica que el momento sea pequeño, sino que se espera que el interlocutor no se impaciente.

* Los aumentativos aportan valores de aumento como el MD –ón de portón o el -ota de mesota, por citar algunos. Pero no siempre el –ón mencionado indica valor de aumento, sino de carencia como en pelón (poco pelo).

* Los despectivos manifiestan desprecio como el MD –zuelo de jovenzuelo, -eja de calleja, -astro de poetastro o –ucho de feúcho.

* Los superlativos indican el máximo grado de cualificación como el MD –ísimo de bellísimo o el –érrimo de paupérrimo.

* También hay los de origen y procedencia como el MD –ano de peruano, el –eno de chileno, el –eño de madrileño, el –és de genovés, el –í de marroquí o el – ita de israelita.

* Los de colectividad pueden ser –ada de caballada, -ambre de pelambre, -amen de velamen, -erío de caserío o –ado de profesorado.

* Asimismo hay los que indican profesión como el –ado de secretariado; los de crías de animales como el –ezno de osezno, los de partición como el –avo de doceavo, los de movimiento como el –ismo de romanticismo o el adverbializador –mente de comúnmente.

Según el Esbozo (óp. cit. 165), vale decir que tanto los morfemas flexivos como los derivativos constituyen en el español repertorios reducidos y limitados, sin embargo, los segundos forman series de palabras numéricamente desiguales. Algunos sufijos, por ejemplo como –oso servirán para formar palabras adjetivas: celoso, goloso o temeroso y otro sufijo como –ud, para formar palabras sustantivas: quietud, actitud o aptitud; sin embargo, esto no quita que un mismo sufijo pueda formar adjetivos y sustantivos como –rio en bancario (adjetivo) y presidiario (sustantivo), así como que más de un morfema derivativo se puede asociar a una raíz: ALT –ivo, ALT –ura, ALT –eza.
Hipólito César Vilca Panti

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