jueves, 9 de abril de 2020

El crimen de Raskolnikov en Crimen y Castigo


  Desde un sentido jurídico, un crimen es una infracción gravísima de orden moral o legal que comprende una mala acción como un asesinato o un robo provocado por un afán personal. Entonces, si un hombre ingresara a la casa de una mujer y le asestara tres golpes con un hacha para matarla y, luego, se adueñase de alguna propiedad de esta, ¿podría incluirse en dicha falta? La respuesta evidente sería un sí rotundo; pero ¿habrá alguna excepción?, ¿alguien que pueda decir lo contrario y justificar la acción? Pues tratándose de Raskolnikov, un hombre que tiene ansias de probar una idea bastante afianzada, este podría ser un caso distinto.
  La palabra “crimen” tiene en la novela un sentido que va más allá del jurídico; es aquel que rebasa todas las normas y leyes humanas porque el objeto del crimen no es asesinar y, mucho menos robar, sino la afirmación del propio derecho a cometer tal acción.
“No he matado para ayudar a mi madre, no… ni tampoco para erigirme como bienhechor de la humanidad, después de haber adquirido los medios. No, he matado sencillamente, he matado para mí solo…”.
  Raskolnikov experimenta la posibilidad de sobrepasar a los seres inferiores que lo rodean. Se siente distinto de los demás y llamado a tener un destino especial; así supone que hombres como él tienen derecho a desconocer todas las reglas. No existe ya moral, sino una libertad total. Por eso, el crimen no posee el valor de un crimen.
  Para él, la vieja usurera es una pared que debe echar abajo para conseguir el afianzamiento de su idea de eliminar a un ser inútil para la humanidad y la tranquilidad momentánea.
 El crimen no es justificable para la sociedad. Ningún ideal ni ninguna religión podrían autorizarla porque levantar la mano contra el semejante es como levantar la mano contra Dios y contra uno mismo, pues se hace mal uso de libertad. Cualquier vida humana vale más que le pensamiento abstracto de un individuo. Nada humano merece la muerte provocada, sin embargo Raskolnivok piensa que todo le está permitido.
  En consecuencia, la acción del personaje es mucho más terrible que cualquier crimen porque trata de demostrar a todos y a sí mismo que “no hay ninguna barrera que no se pueda saltar por encima de todo”. Luego de su confesión a Sonia y a la sociedad, estará en el presidio donde otros sujetos con mayor acción criminal que él no lo querrán y lo evitarán al percibir su acto como el más monstruoso cometido.
  Esto no quiere decir que él sea un monstruo, ya que no es un personaje negativo. Este personaje, más bien, no tiene nada de egoísta, ni de repugnante. Pese a ser un asesino, carece de cualidades inmorales e inhumanas. Si mató, fue porque se había empeñado con toda su alma en resolver algo muy importante para él y para el mundo; tanto así que “habría estado dispuesto a dar mil veces su existencia por una idea”.
  Además, esta muerte que lleva en su conciencia no será fácil para él. En la angustia y en la desesperación que lo acompañan incesantemente, dirá una verdad absoluta: “¡Me maté a mí mismo, no a ella!” y se sentirá tan aislado de la humanidad que ya ni siquiera podrá abrazar a su hermana ni a su madre porque su crimen lo ha llevado a cortar “con unas tijeras cuantos lazos podían unirle con los hombres y con las cosas”.
  Sin embargo, gracias a Sonia, la pequeña prostituta, Raskolnikov conocerá finalmente la verdadera libertad que no es orgullosa. Es una libertad distinta en la que uno no se cree Dios, pues sería querer morir en cuanto se es hombre. Por eso, existe la libertad de elegir el bien y supone también la posibilidad del pecado. Se podría hacer el mal, pero existe la opción de abstenerse porque está prohibido y esto conlleva a una cárcel o, en términos dantescos, al infierno.
  Es que existen quienes practican el mal o el bien siguiendo su propia voluntad, “se creen superhombres y se rompen la crisma con las primeras experiencias”. Asimismo, existen los otros que descubren la dulzura de realizar el bien por el bien mismo que los lleva hacia Dios y los salva.
  Raskolnivov ha hecho un mal por orgullo y, por eso, estropeó la libertad que se le había dado. Quiso destruir lo humano que había en él: el instinto del bien. Es ese instinto lo que lo inclinará hacia la salvación porque es el que resiste mejor las pruebas. Entonces en su arrepentimiento el que recatará su alma y lo llevará a comprender a Dios.
Hipólito César Vilca Panti

BIBLIOGRAFÍA SUGERIDA
Bajtin M., Mijail: “Problemas de la poética de Dostoievski”. México, Fondo de Cultura 
            Económica, 2da. Ed., 2003.
Dostoievski, Fedor: “Crimen y castigo”. Tr. Rafael Cansinos Assens. Barcelona, Editorial   
            Planeta, 2000.
Guardini, Romano: “El universo religioso de Dostoyevski”.Tr. Alberto Luis Bixio. Buenos aires, Emecé Ed., 1954.
Troyat, Henry: “Dostoyevski”. Tr. Irene  Andresas. Barcelona, Editorial Destino, 1946.

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